Mamá no me Dejes Llorar

No me dejes llorar mamá. No se me agrandarán los pulmones, no me haré más fuerte, no me haré más sabio.


No me dejes llorar mamá. No escuches esos comentarios, tus besos no me malcriarán, tu pecho no me hará dependiente, no lo hago para molestar.


No me dejes llorar mamá. Solo puedo confiar en ti, solo conozco tu voz, tu olor, solo pienso en ti desde que salí de tu vientre.


No me dejes llorar mamá. No me enseñes a consolarme solito, no lo necesito, porque sé que siempre podré contar contigo.


No los escuches. No me malcrías cuando atiendes mi llanto. No te pido consuelo en la noche para molestar, te busco porque te necesito, porque no entiendo este mundo en que vivimos, porque recién estoy aprendiendo a amar.


No me enseñes de tan pequeño a llorar, a sufrir, a sentir soledad.


Lo voy a aprender, te lo prometo. Un día sufriré de verdad y mi llanto no será para que me tomes en brazos o para que me des el pecho, un día mi llanto será de adulto y no lo podrás consolar.


Ese día quiero recordar días más sencillos. Días en los que mis padres me besaban y solo con eso dejaba de llorar. Esos días no vuelven y si nunca los tuve no tendré qué recordar. No me dejes llorar mamá.

Autor/Créditos @marylactancia

Un Mundo de Fantasía

Como padres, estamos llamados a alimentar en nuestros niños la inteligencia, voluntad, memoria, sentimientos e imaginación. Para motivar esta última, si tienes oportunidad, regalales a tus hijos una infancia llena de cosas imposibles, seguramente en el futuro la realidad les corte las alas pero hay que intentar que la imaginación de los niños vuele tan alto como podamos, mientras podamos.

Un usuario de Amazon comentó esto sobre su recien comprada réplica del martillo de Thor (Mjolnir).

«Le narré a mi hija de menos de 3 años que yo había hablado con Thor para que le prestara su martillo, y que lo iba a enviar por el bifröst desde Asgard.

Cuando llegó por Amazon salimos al patio a mirar el cielo y un oportuno avión a reacción me prestó su estela para apoyar mi historia, el nerviosismo de mi hija al mirar al cielo e imaginar el martillo volando hacia donde estábamos era tremendo, no se podía estar quieta. A mi señal mi madre soltó el martillo desde la planta de arriba y cayó en el jardín. La histeria se apoderó de mi hija, se escondió tras mi pierna, gritó llamando a su abuela que el martillo había llegado y tardó por lo menos 5 minutos en acercarse a él, no se atrevía.

Fui yo quien intenté levantarlo sin éxito, ningún adulto podía, Mjölnir sólo podía ser levantado por niños y niñas. Ella se acercó y lo levantó.

No pudo contener su emoción. Yo tampoco.

Ese día fué lo más grande para ella y ahora anda orgullosa de su martillo.

(Historia encontrada en Amazon)