Los dos factores que estructuran las actividades humanas son el espacio y el tiempo. Nuestra vida se mueve entre ambas coordenadas y necesita concretarlas para que la actividad sea eficaz. Por ello, es importante que los niños creen hábitos dentro marco de organización de actividad que les aporte seguridad. Los bebés y los niños necesiten aprender métodos de orden y los mayores necesitamos no sólo transmitirlos sino continuar aprendiéndolos.
La planificación es indispensable para realizar actividades complejas y sostenidas en el tiempo, como el aprendizaje. El orden de ejecución de las tareas repercuten en la realización de cualquier actividad. En un contexto educativo, la planificación se convierte en un campo de trabajo prioritario.
No se trata sólo de anotar en una agenda las tareas diarias, sino también de ordenarlas en el tiempo. Algo así como una agenda (flexible).
¿Por qué un planificador semanal?
Planificar es un arte personal y un ejercicio exigente de autoconocimiento y reflexión. Por eso, no existe una planificación objetiva válida y eficaz para todos. Se trata de una actividad esencialmente personal porque debe poner en juego la relación que existe entre el niño y las tareas que se quiere sacar adelante. Su estado de ánimo, sus expectativas y su energía son elementos personales que deben quedar plasmados en la planificación de actividades infantiles.
Un planificación nos ayuda contra dos grandes riesgos. El primero es la pereza, ya que se trata de una tarea que necesita tiempo y esfuerzo. El segundo, el autoengaño en la estimación de los tiempos. Por estas razones, un planificador sirve como punto de partida, para crear hábitos y desarrollar virtudes humanas importantes como ser el orden, la disciplina, paciencia y voluntad, entre otras.
Un segundo paso es qué objetivos de aprendizaje tienes con el niño, te dejo aquí algunos ejemplos que puedes utilizar para cada día:
- Psicomotricidad
- Conceptos matemáticos
- Plástica
- Letras
- Naturaleza
- Experimentos
- Lectura